Capítulo Anterior: [9] La Vereda Capítulo 10. La Condena No logro evocar cuántos tragos de rancio coñac había ingerido para entonces; sólo recuerdo el suave y seductor jazz acariciando con quimérica ternura mi abrasadora decadencia. En algún momento de la infausta velada, cerca de la hora más oscura, tomaron asiento a mi lado dos recónditas [...]
La Condena [10]
