Y ninguno de los testigos en el sombrío bulevar habríamos jamás de imaginar que esas furtivas lágrimas que resbalaban audaces debajo de sus velados anteojos serían las últimas que llegaría a derramar aquel enigmático hombre del gabán bruno.
Y ninguno de los testigos en el sombrío bulevar habríamos jamás de imaginar que esas furtivas lágrimas que resbalaban audaces debajo de sus velados anteojos serían las últimas que llegaría a derramar aquel enigmático hombre del gabán bruno.