Polvo

Entregar todo tu ser a quien no te corresponde de la misma manera y con la misma intensidad y pasión eventualmente te hará añicos, polvo. Irremediablemente, al final del escabroso sendero, te quedarás sin nada, completamente vacío, mirando con aguda aflicción aquel sombrío y álgido abismo que acogerás en tu atrozmente devastado y agonizante corazón.

La Condena [10]

La Condena

Capítulo Anterior: [9] La Vereda Capítulo 10. La Condena No logro evocar cuántos tragos de rancio coñac había ingerido para entonces; sólo recuerdo el suave y seductor jazz acariciando con quimérica ternura mi abrasadora decadencia. En algún momento de la infausta velada, cerca de la hora más oscura, tomaron asiento a mi lado dos recónditas [...]

La Condena [9]

La Condena

Capítulo Anterior: [8] El Embrujo Capítulo 9. La Vereda Al despertar bajo el tibio abrigo de mi desolado hogar, no pude evitar presumir en primera instancia que todo aquello no había sido más que otro de mis descabellados e inquietantes alucinamientos nocturnos. Pero entonces, de pronto, el punzante ardor de la fresca cicatriz sobre mi [...]

La Condena [8]

La Condena

Capítulo Anterior: [7] La Silueta Capítulo 8. El Embrujo Nunca logré descifrar cómo es que aquella enigmática criatura conocía tanto sobre mí. No sólo sabía quién era yo, sino que además estaba enteramente al tanto del atroz y desgarrador infierno por el que estaba atravesando. Si algo me cascaba el alma en ese momento más [...]

La Condena [7]

La Condena

Capítulo Anterior: [6] La Estatuilla Capítulo 7. La Silueta No tenía miedo, a pesar de que la negrura se tornaba cada vez más pesada y penetrante. El callejón parecía eterno, como si se volviese más y más estrecho con cada paso de mi andar. Mi cuerpo se movía casi por sí mismo, seducido por aquella [...]

La Condena [6]

La Condena

Capítulo Anterior: [5] La Sinfonía Capítulo 6. La Estatuilla Al principio me resultó imposible evitar sospechar que mi trastocada mente estaba jugándome una vez más otra de sus infames y despiadadas jugarretas, pero de pronto, cuando la hermosa música se detuvo y pude escuchar con fina claridad aquellos apocados porrazos detrás de la madera del [...]