Capítulo Anterior: [8] TRES
Capítulo 9: Uno
Todavía no me acostumbro a verlos así, tomados de la mano. Me cuesta trabajo hacerme a la idea de que ahora están juntos. Todo pasó tan rápido. Pero lo importante es que se ven felices.
El domingo fue un mal día para mí. Tuve una fuerte discusión en casa y las cosas no salieron muy bien. La verdad es que me sentía terrible, como si mi mundo se desmoronara en un colosal siniestro. Necesitaba hablar con alguien, desahogarme.
El lunes fui a la universidad como era costumbre. Confieso que estuve muy abstraído, muy ensimismado. Ansiaba llegase el final del día. Quería irme de allí. Y bueno, no deseaba volver solo; esperaba al menos poder regresarme con ella y así conversar un rato en el camino, como lo hacíamos antes.
Me la encontré en el pasillo y la saludé con gusto. Estaba a punto de decírselo cuando él llegó y la abrazó por la cintura. Le dijo que ya había comprado los boletos: al parecer tenían planes para salir. Ya no dije nada, sólo me despedí y me marché. En verdad me sentía fatal.
Fueron a una exposición internacional en un renombrado museo de arte moderno. El evento era muy solicitado y había que hacer largas filas para poder entrar.
Llegaron alrededor de las seis de la tarde, y estuvieron formados más de dos horas, pero no les importó, ya que estaban juntos. Él la abrazaba con fuerza; estaba encantado. Platicaron de miles de cosas durante la larga espera: la familia, los amigos, la escuela, sus gustos e intereses, sus demonios personales. Todavía se estaban conociendo. Apenas había pasado un mes desde que ella le dijo que sí.
Ya estaba anocheciendo cuando entraron al museo. Recorrieron los pasillos y las salas de exhibición, siempre tomados de la mano. Ella miraba con meditación las obras mientras él le contaba un poco sobre ese estilo de arte; sabía bastante del tema.
Estuvieron alrededor de una hora admirando las majestuosas piezas, visitando cada rincón. Fue una experiencia única para ambos, simplemente fascinante.
Aunque me cueste aceptarlo, hacían muy bonita pareja.
Saliendo del museo él la invitó a cenar a un pequeño restaurante en los alrededores. Pasaron una linda velada, romántica. Al final él le comentó que había algo que deseaba decirle, y que pensaba era el momento perfecto. Ella sonrió y lo escuchó atenta.
“Puede que sea muy pronto, y tal vez pienses que estoy loco por decirte esto, pero estoy seguro y quiero que lo sepas: te amo”.
Ella se quedó impactaba. Ciertamente no esperaba escuchar esas trascendentales palabras. Se quedó sin habla por un par de segundos. Él se puso un poco inquieto. Entonces ella suspiró, alzó la mirada, lo vio a los ojos, y lo besó.
“Yo también te amo”, le respondió con una bella sonrisa en su dulce rostro. Sin duda fue un momento mágico, para los dos. Al rato salieron del lugar. Él le dijo que la acompañaría hasta su casa.
La luna y las estrellas cubrían el firmamento mientras caminaban juntos por la calle. Se detuvieron frente a un gran portón metálico. En ese momento ella se veía más alta que él, pero se debía simplemente a la altura de la banqueta donde ella estaba parada.
Se miraron a los ojos con profunda terneza durante un rato. Él se acercó paulatinamente a su rostro y fundieron sus labios. Fue un momento extraordinario. Lamentablemente no duró mucho, ya que al poco tiempo la puerta se abrió de pronto: era el padre de ella, pidiéndole que ya le despidiera y entrara a la casa.
Ambos rieron apenados. Él la abrazó con gran brío, le recordó al oído cuánto la amaba, le dijo adiós y se marchó. Ella entró a su hogar y subió a su habitación. Era feliz.
Ya casi era media noche. Ella se cambiaba de ropa cuando descubrió algo singular: había un extraño trozo de papel en su bolsillo. Deshizo los dobleces y entonces supo lo que era: otra carta de él, oculta. Debió ponerla allí cuando estuvo entre sus brazos. Comenzó a leer:
“Sabes que me gusta mucho escribirte, y hoy no podía faltar, hoy en un día tan especial. Si todo salió como lo planeé, y al final no me acobardé, entonces hace un rato te dije algo muy importante.”
“Te amo, muchísimo. Es cierto. Sabes que la verdad no se me da esto del romanticismo, pero simplemente no puedo negar lo que siento por ti. Has venido a cambiar mi vida, me has mostrado que puedo sentir algo que jamás imaginé fuera posible. Me has revelado una parte de mí que no sabía que existía. Al momento de escribir esta carta, no puedo saber qué me respondiste, pero estoy seguro que fue algo bueno.”
“La verdad es que tengo este sentimiento desde hace tiempo, aunque hasta hoy me atreví a confesártelo. No fue fácil, créeme. No puedo aventurarme a prometer que te amaré por siempre, pero ten por seguro que lo haré por mucho, mucho tiempo. Puedo sonar un poco fatalista, pero, incluso si llegase a morir, si llegase a partir de este mundo antes de lo planeado (porque uno nunca sabe, ¿verdad?), aunque me vaya para siempre, te seguiré amando. Es más, voy a sonar un poco lunático, pero te juro que, si dejo de respirar, si pierdo la vida, estaré contigo, a tu lado, y, de ser posible, buscaré una forma, una señal, para hacerte saber que estoy allí, contigo.”
“Pero bueno, suficiente discurso sensiblero. Será mejor que te vayas a dormir. Seguro ya es tarde. Estoy muy ansioso de verte otra vez. Extraño tu mirada, tu sonrisa, tus historias, tus caricias.”
“Probablemente nos encontremos mañana, y espero me perdones si no puedo evitar abrazarte con vehemencia en cuanto te vuelva a ver.”
Siguiente Capítulo: [10] CERO
2011 Derechos Reservados © Daniel Reynoso Gállego
Hermosa la carta que le escribe y un poco triste u.u
Me encanta mucho mucho xD
Espero pronto tu último capítulo
Muchas felicidades Dan esta genial
Un abrazo