Estoy como agua muerta, en paz, sin turbulencia.
La agitación que me agobiaba se ha esfumado aparentemente. se ha perdido en la espesa niebla de mi sentir y mi pensar. Ya no la escucho, pero eso no significa que no esté por ahí merodeando entre los arbustos.
No sé si volverá, o si me atacará de nuevo cuando yazca en la contemplación. Pero, por lo pronto, puedo descansar y tener fe.