Arde la ira dentro de mí. Es difícil contener a este demonio que vive en mi interior. Se alza constantemente, sin parar, imponente, salvaje.
Los ojos en llamas se siembran en mi faz para quedarse ahí, si tengo suerte, por siempre.
En estos momentos lucho contra la brutalidad, contra esta parte de mí que desea destruirlo todo. Me resisto, aunque sea durante el tiempo que me lleve pensar las cosas.
Deberé tomar una decisión, y elegir entre vencer al demonio o dejarme consumir por la furia.