Vacío

Miro hacia mi interior y no encuentro más que cenizas, cenizas de lo que alguna vez estuvo vivo, de lo que alguna vez fue alguien.

Solía tener color sobre mi tez; había algo de calidez. Pero ahora he descubierto que sólo hay palidez.

Miro hacia el exterior y sólo veo sombras desplazándose a mi alrededor, girando lúgubremente cerca de mí, cerca de dónde alguna vez estuvo mi corazón.

He descubierto que estoy muerto, muerto en vida. Insensible, perdido en el egocentrismo de sólo verme ahí de pie en un mundo sin nada más. Me observo aquí, luchando contra lo que tal vez soy y lo que debo ser.

Permanezco quietamente aquí, respirando lentamente el frío atardecer. Mi cielo pierde contraste y la luz de esfuma una vez más ante mis ojos.

Es ahora cuando empiezo a darme cuenta que debo regresar, volver al abismo. La oscuridad me llama, me invita a retornar. No es la primera vez. Ya han sido varias las ocasiones en las que me he visto tentado a volver. Pero esta vez es diferente. Esta vez sé lo que debo hacer.

Estoy vacío. Las cosas que me importan se desvanecen, a veces en la realidad, a veces sólo en mi pensar. Despierto cada mañana sin una razón para ponerme de pie y salir de nuevo a la vida.

Mis sueños se esfuman uno a uno entre mis espectrales manos, como humo, como arena escurridiza. Mis proyectos se ven frustrados. Las personas que aprecio no me pueden ver. La gente me oculta la verdad.

Una vez más me siento abatido, perdido y sin refugio. En el lugar donde debería sentirme a salvo sólo reina el desprecio, la inconformidad, la indiferencia, y el resentimiento; resentimiento que tal merezca, por mi actitud, por mi actuar, por mí.

Me estoy dando cuenta de que la gente a mi alrededor se va marchitando, se va magullando, y soy responsable de dicha situación. Sin darme cuenta, lastimo a las personas que considero importantes para mí, y termino alejando a quienes desearía estuviesen más cerca. Desaparecer parece ser la opción.

Ya no tengo en donde descansar. No tengo a dónde acudir cuando siento este escalofrío que me paraliza. Aquellos viejos aposentos donde solía cobijarme son ahora ruinas en llamas. No tengo a dónde acudir.

Es ahora, en la soledad de saber que no tengo a donde ir, que la oscuridad me llama de nuevo. Me necesita, y la necesito.

Me espera un largo viaje, un largo camino para tratar de corregir ese brutal error que fue alejarme de la penumbra y seguir a la luz. Creo que me he cegado todo este tiempo, creyendo en una luz que en realidad es artificial, hundido en una esperanza que no es más que un vil espejismo reflejado en un cristal roto.

Ha llegado el momento, no de evolucionar, sino de regresar por el camino que he trazado, hasta sumergirme una vez más en la perdición que es la profunda oscuridad y verme abrazado por sus helados tentáculos. Entonces, tal vez, cuando esté ahí, de nuevo, pueda ver todos los errores que cometí y logre evitar, de una vez por todas, recaer.

1 Comentario

  1. Esto se contagia o qué? Me siento exactamente igual… Tratando de cambiar, alejándome de lo que en realidad quiero… cansándome de ser quién no soy y de quién nunca dejaré de ser en realidad…

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s